Como se indica en el Informe de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales del año 2011, “la discriminación étnica sigue siendo una triste realidad en todas partes en la UE, ya sea en el campo de la salud, la educación, el empleo o las condiciones de vida”. Un análisis elaborado de los informes de campo europeos permite inferir que la discriminación se dirige con mayor frecuencia contra los niños y niñas gitanos.
Los jóvenes de minorías étnicas se enfrentan a dificultades mayores que el resto, habiendo informes que demuestran, por ejemplo, que en Alemania el doble de alumnos con origen étnico migratorio alcanzó un nivel más bajo de competencia en los estudios que los alumnos no migrantes. Del mismo modo, en Luxemburgo, sólo el 20% de los estudiantes extranjeros superan con éxito sus exámenes secundarios finales, lo que se atribuye a la elevada proporción de alumnos segregados a escuelas “especiales” o a la orientación hacia la formación profesional, en lugar de a la enseñanza superior.
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El fenómeno no es, desde luego, exclusivamente europeo. Por ejemplo, según el Informe Latinoamericano: Situación de la niñez sin cuidado parental o en riesgo de perderlo en América Latina: contextos, causas y respuestas, “los niños pertenecientes a pueblos originarios y afrodescendientes se encuentran entre los que más sufren vulneraciones de derechos”.
En los casos más extremos, la discriminación conlleva un conjunto de acciones represivas o maltrato contra un grupo específico, generalmente minoritario. Es en ese momento cuando cabe hablar de persecución por motivos étnicos o raciales.
El cine ha reflejado esta realidad a lo largo de toda su historia y prácticamente de manera global en el mapa internacional. El holocausto judío en la Alemania nazi, las generaciones aborígenes “robadas” en Australia, el Apartheid en Sudáfrica, la persecución del pueblo kurdo, o del pueblo palestino, la discriminación del pueblo gitano en Europa, por destacar sólo algunos ejemplos bien conocidos. Presentamos en este ciclo una muestra que refleja esas situaciones de discriminación o persecución desde los puntos de vista de distintos pueblos y etnias, como siempre con el objeto de promover la reflexión del espectador, porque el cine es una herramienta excelente para profundizar en los temas importantes.
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Arranca el ciclo con Bashu, gharibeye koochak, traducible como “Bashu, el pequeño extranjero”, película iraní realizada en 1989 por Bahram Beizai en la que se cuenta la historia de Bashu, un niño que huye en solitario durante la guerra de Irak e Irán, hasta que llega a una casa donde no hablan su idioma, habitada por gentes de piel mucho más clara que la suya. Allí le cuidará una madre con dos hijos que espera la llegada de su marido proveniente de la guerra. Juntos bordearán la barrera de los prejuicios culturales hasta comunicarse.
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En la película turca Büyük adam küçük ask (2001), literalmente “Hombre grande, poco amor”, la directora Handan İpekçi muestra la realidad multiétnica, multicultural, multilingüe de la Turquía de 1984, cuando el gobierno de Turgut Ozal reprime a la población kurda en las provincias orientales. En ese momento, Hejar, cuyos padres son asesinados por la policía en una redada en Estambul, será acogida de manera accidental por su vecino, un juez turco jubilado. El anciano, de creencias conservadoras, sentirá un profundo cambio en su vida a medida que se vaya encariñando con la niña.
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La australiana Generación robada (Rabbit-Proof Fence), dirigida por Phillip Noyce en 2002, toma el título del nombre que recibe el proceso continuado de secuestro masivo de niños aborígenes llevado a cabo, aproximadamente entre los años 1869 y 1976, por el Gobierno australiano y por algunas misiones religiosas cristianas, bajo el paraguas de una “Ley de Protección de los Aborígenes” basada en la creencia de que los negros no sabían mantener vivos a sus hijos. La película cuenta la historia real de Molly Craig, una de esas niñas robadas que escapa de la institución estatal en la que ha sido confinada para recorrer los 1600 km de vuelta a su poblado natal.
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El Apartheid agoniza en Sudáfrica a principios de los noventa. Pero mientras muere, la segregación sigue igual: la ley decreta, amparándose cínicamente en el Antiguo Testamento y en la más pura explotación colonial, que la mayoría negra carece de derechos y que ha nacido para servir a la minoría blanca. The Wooden Camera (“La cámara de madera”, Ntshaveni Wa Luruli, 2003) cuenta la pequeña historia de dos niños negros, Madiba y Sipho, que un día encuentran una cámara de vídeo y una pistola. Ambos objetos marcarán la vida de cada uno de los dos niños.
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Sin destino (Sorstalanság), película húngara del año 2005 del director Lajos Koltai que lleva a la pantalla la novela del Premio Nobel húngaro Imre Kertész (quien también es autor del guion). Historia autobiográfica sobre un niño judío de Budapest que, en 1944 y a los 14 años de edad, fue separado de su familia y enviado al campo de exterminio de Auschwitz II (Birkenau), de donde consiguió salir vivo fingiendo tener una mayor edad, para ir a parar al campo de concentración de Buchenwald.
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En Skin (“Piel”, 2008), el holandés Hanro Smitsman narra la historia inspirada en hechos reales de la evolución del carácter de Frankie, un adolescente hijo de un judío superviviente del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Problemas familiares, incomunicación, frustración, violencia… conducen a Frankie hacia una espiral en la que termina uniéndose a una banda neonazi que se dedica a hacer la vida imposible a determinadas minorías de la ciudad.
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La película eslovaca Cigán (“Gitano”), dirigida en el año 2011 por Martin Sulík, cuenta la historia de un adolescente gitano, Adam, cuyo padre muere en circunstancias extrañas (“ustedes lo mataron, racistas”, gritan los gitanos a la policía). Desde ese momento, cual tragedia griega (o incluso recordando la historia del príncipe Hamlet), el engranaje de la fatalidad se pone en marcha y todos podemos adivinar que algo nada bueno terminará sucediendo. Magnífica recreación de la cultura y el ambiente de un poblado gitano en la Europa del siglo XXI.
When I Saw You (Lamma shoftak), realizada en 2012 por la directora palestina Annemarie Jacir, nos transporta a un campo de refugiados palestinos en la Jordania de 1967. Allí sobreviven Tarek, de 11 años, y su madre, Ghaydaa. Un campo de refugiados “provisional” en el que Tarek y Ghaydaa esperan hasta poder regresar algún día a su tierra para reunirse con su padre y esposo; esperan, junto con la generación anterior, llegada al mismo campo en 1948.
Universitarios con la Infancia, enero de 2017