Título en España: Las tortugas también vuelan
Título original: Lakposhtha parvaz mikonand
Año: 2004
Duración: 93 min.
País: Irán-Francia-Irak
Dirección y Guión: Bahman Ghobadi
Fotografía: Shahriar Assadi
Música: Hossein Alizadeh
Dirección artística: Bahman Ghobadi
Montaje: Mostafa Kherghehpoosh y Hayedeh Safiyari
Reparto: Soran Ebrahim, Avaz Latif, Saddam Hossein Feysal, Hiresh Feysal Rahman, Abdol Rahman Karim, Ajil Zibari
Sinopsis: Los habitantes de un campo de refugiados del Kurdistán iraquí buscan desesperadamente una antena parabólica para poder estar informados del inminente ataque americano contra Irak. Los niños del campamento, liderados por un chico al que llaman “Satélite”, se dedican a la recogida y venta de minas antipersona. Nuevos refugiados llegan al lugar: un joven mutilado, su hermana y un niño pequeño. “Satélite” quedará prendado de la triste belleza de la joven.
Las tortugas también vuelan (en persa لاکپشتها هم پرواز میکنند Lâkpošthâ ham parvâz mikonand), realizada en 2004 por el director kurdo iraní Bahman Ghobadi, cuenta la vida de una pandilla de niños en un campo de refugiados kurdos en la frontera entre Irak y Turquía, justo antes de la invasión de Irak en 2003 por parte de la coalición liderada por los Estados Unidos. Los niños, marcados por la guerra, mutilados, huérfanos, hambrientos, desgarrados, son los que se llevan la peor parte, obligados a sobrevivir en condiciones infrahumanas y convertirse en adultos pese a su temprana edad.
(El siguiente texto ha sido extraído de https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/937297/967835.html)
Las tortugas también vuelan merece múltiples y variadas lecturas. La primera aproximación quizás sea costumbrista porque nos introduce en lo cotidiano de una nutrida pandilla de niños que sobrevive en un campo de refugiados. Esta lectura ha sido la más satisfactoria porque nos lleva al punto de vista casi surrealista de los mejores minutos de Kusturica. Mantener la alegría, la frescura de lo infantil, cuando todo lo de alrededor se está desmoronando, posee una fuerte carga de optimismo y de imaginación. La reinvención de la realidad a través de la mirada de los pequeños le da fuerza y consistencia al buen arranque de la película. Las escenas en las que los aldeanos siguen las ocurrencias de uno de los niños, Satellite, para evitar los presumibles bombardeos del ejército de Saddam son, sin duda, los mejores momentos del largometraje.
Pero, además de observar la dura, complicada y enrevesada vida de los protagonistas, también posee la película, una profunda y seria reflexión sobre la historia más reciente de Iraq. Existen dos personajes que caracterizan, simbolizan, dos modos de enfrentarse a los trágicos momentos que vive el país. Por un lado Satellite, el líder avispado de los niños, que se ha metamorfoseado con la realidad circundante como un camaleón y parece vivir a sus anchas entre los campos de minas y las dificultades del entorno. Este personaje posee la firme y clara convicción de que los invasores traen consigo una vida mejor en forma de dólares. Por tanto, Satellite, como corresponde, se transforma rápidamente, aprende inglés y ensaya la forma de hacer negocios con los nuevos señores de la realidad.
La niña que llega nueva a la aldea acompañada de sus dos familiares, Agrin, es la otra cara del país. Una nación marcada por unas profundas cicatrices no cerradas y que ya no posee fe alguna en el mañana. Las vicisitudes pasadas por el pueblo iraquí son tan graves que esta niña, que las ha vivido en sus propias carnes, no tiene fuerzas para sonreír o para permitirse el menor atisbo de esperanza. Lo único que queda por decidir es la forma de terminar con el sufrimiento. Algo que se anticipa desde la primera escena. Lo que nos sugiere, de nuevo, el triunfo de la mirada más pesimista porque, de alguna manera, todo lo que viene después es el camino lógico hacia la inevitabilidad de lo real.
La visión del realizador lleva a que sea la realidad de Agrin la que termina por imponerse. El hermano de la pequeña, que simboliza el destino, va acercando a Satellite, a los iraquíes más optimistas y esperanzados, con la tremenda realidad de que pocas cosas o ninguna van a cambiar con la nueva situación. Precisamente el clímax de la cinta coincide con la toma de conciencia por parte de Satellite de que sus esperanzas son infundadas. A partir de ese momento, la postura del niño se hace igual a la de la trágica Agrin. Tremendamente gráfica es la escena en la que Satellite da la espalda a las columnas de soldados que cruzan su aldea.
Más información:
http://www.abcguionistas.com/noticias/articulos/bahman-ghobadi-las-clave… http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO28/omar.htm
https://refugiadosenelcine.wordpress.com/2014/06/03/confirmada-las-tortu…
http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temaslastortugas.htm