Título en España: La tumba de las luciérnagas
Título original: Hotaru no haka
Año: 1988
Duración: 88 min.
País: Japón
Director: Isao Takahata
Guión: Isao Takahata basado en la novela de Akiyuki Nosaka
Fotografía: Nobuo Koyama
Música: Michio Mamiya
Diseño de producción: Ryoichi Sato
Dirección artística: Nizou Yamamoto
Montaje: Takeshi Seyama
Reparto: Tsutomu Tatsumi, Ayano Shiraishi, Yoshiko Shinohara, Akemi Yamaguchi
Sinopsis: Verano de 1945. El imperio del sol naciente se tambalea bajo los constantes ataques aéreos aliados. Esta es la historia de Seita y su hermana pequeña Setsuko, dos niños que nacieron en el momento y en el lugar equivocados. Tras perder a su madre y su hogar en uno de los bombardeos y ante la imposibilidad de contactar con su padre, un oficial de la Marina Imperial Japonesa, los dos pequeños tratan de sobrevivir solos en un mundo que no dispone ni de los recursos más básicos para sustentarlos. Ocultos en un refugio antiaéreo abandonado, Seita comienza a robar comida para alimentar a su hermana enferma. Su trágica lucha por la supervivencia se convierte en una oda al espíritu humano y en un emotivo homenaje a los olvidados.
La película de animación La tumba de las luciérnagas (1988), de Isao Takahata, cuenta la dura historia de un niño japonés de 14 años y de su hermana, de 5, al quedar huérfanos durante la Segunda Guerra Mundial. La película combina de forma magistral la trágica historia de los niños abandonados a su suerte en tiempos de guerra con la belleza formal del preciosista cine de animación japonés.
(El siguiente texto ha sido extraído de http://dreamers.com/peliculas/1436_LA_TUMBA_DE_LAS_LUCIRNAGAS.html)
Antes de ponerse a ver esta película conviene olvidarse de absolutamente todo lo visto hasta el momento en animación, incluso de las demás películas del Studio Ghibli. Aquí no hay mundos de fantasía, ni dioses, ni colgantes con poderes maravillosos, ni nadie es convertido en cerdo; no hay mensaje ecologista, y las únicas máquinas voladoras que salen no tienen los maravillosos y personalísimos diseños de Hayao Miyazaki, sino las formas mucho más reales y siniestras de los grandes cazabombarderos norteamericanos que redujeron a escombros las grandes ciudades niponas durante la guerra del Pacífico.
No vamos a encontrarnos aquí con espectaculares efectos por ordenador, ni vamos a disfrutar de las últimas tecnologías de animación 3D, ni nada similar. Al contrario, el estilo tanto del dibujo como de la animación es muy sobrio, sin grandes alardes. Y no sólo por ser una película relativamente antigua (del año 1988), sino porque lo importante es, por encima de todo, la historia que se nos cuenta. Aunque es un drama bélico, no recurre a la sensiblería ni a la lágrima fácil, ni tampoco se recrea en escenas bélicas de máxima violencia, con decenas de muertes sangrientas en primer plano y destrucciones indiscriminadas (unas pocas escenas de ataques aéreos con bombas incendiarias son todo el contenido bélico del film). Nada de eso es necesario en esta película para mostrar la crueldad de la guerra y sus consecuencias, que tantas veces llevan al ser humano a comportarse de forma mezquina e insolidaria con sus semejantes.
Es una película amarga, brutal, desesperanzadora. No se anda con rodeos y llega a lo más profundo del alma. Pese a ser dibujos animados, la historia no puede ser más real; es una historia de sufrimiento, de supervivencia ante la adversidad, como la vida misma. Cuántos Seitas y Setsukos tuvieron que pasar por esa misma situación en aquel Japón vencido, arrasado hasta los cimientos por los bombardeos aéreos y las dos bombas atómicas, hundido en la miseria. Y cuántos Seitas y Setsukos habrán sufrido idéntico drama hoy día y a lo largo de todas y cada una de las guerras a lo largo de la historia, en las dos guerras mundiales, en nuestra Guerra Civil, en Camboya, en Corea, en Irak, en Somalia, Etiopía, Bosnia, Kosovo, Afganistán…
Sin embargo, a pesar de toda su crudeza, en La tumba de las luciérnagas también hay momentos para el intimismo, la ternura y la ingenuidad. Es especialmente interesante ver cómo se destaca a lo largo de todo el metraje la relación de los dos hermanos, cómo el joven Seita en todo momento se desvive por cuidar y proteger a su hermanita por encima de todas las adversidades, y también los escasos momentos felices que ambos hermanos pueden llegar a disfrutar en medio de la tragedia.
En mi opinión estamos ante una obra maestra absoluta, una joya no sólo de la animación, sino del cine en general. Como muy bien se afirma en el libreto adjunto con el doble DVD de Jonu Media, esta película debería ser de visión obligada en escuelas, institutos y centros educativos, y en general, para todo el mundo. Nadie, absolutamente nadie, debería pasarla por alto.