Título en España: Buoyancy
Año: 2019
Duración: 92 min.
País: Australia
Director: Rodd Rathjen
Guión: Rodd Rathjen
Fotografía: Michael Latham
Música: Lawrence English
Reparto: Sarm Heng, Thanawut Kasro, Mony Ros, Saichia Wongwirot, Yothin Udomsanti, Chan Visal, Chheung Vakhim, Terb Sophon, Phouen Nisa, Sareoun Sopheara, Nhim Chhun, Kunthea Sngoun, Phouern Mey Mey, Ros Leang Hong, Sim Lyma, Bou Samnang, Samphos Phon, Cheap Sovichea, Decha Chinpornkawee, Vuthy Sao, Bonthea Seng, Chancy Prum, Myo Thu, Chhum Sreyrath, Horn Dyna, Lay Kimhong, Nai Kosoll, Champagne Nuttanun, Sophorn Pich, Ko Ko Lwin, Seavphat Ly, Vuthypul Kaom, Jakkawan Worasup, Khem Ratha, Khorn Channara
Sinopsis: Chakra, un chaval camboyano de 14 años, deja su hogar en busca de una vida mejor. Pero es vendido como esclavo al capitán de un barco pesquero tailandés. Mientras los demás esclavos son torturados y asesinados a su alrededor, se da cuenta de que su única esperanza de libertad es volverse tan violento como sus captores.

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Los peligros de la experiencia migratoria son el centro de Buoyancy (2019), una producción australiana dirigida por Rodd Rathjen. Chakra, un joven camboyano de 14 años, deja su hogar en busca de una vida mejor, pero sus aspiraciones se ven truncadas cuando es vendido como esclavo al capitán de un barco pesquero tailandés. La cinta nos sumerge en la dureza de una vida en constante tránsito pero privada de libertad, y supone un modelo alternativo a las narrativas de viaje (por tierra) que son predominantes en la representación de la migración en el cine.


(El siguiente texto ha sido extraído y traducido de https://www.filmink.com.au/reviews/buoyancy/)

Buoyancy, la excelente ópera prima de Rodd Rathjen, que detalla con precisión el descenso de un niño inocente al mundo del trabajo forzoso, es un relato brutal y minucioso del comercio de esclavos en el sudeste asiático.

Chakra, de 14 años (el debutante Sarm Heng) recoge arroz para su padre (Sareoun Sopheara) en una granja de Camboya. Recompensado con un techo sobre su cabeza y poco más, un amigo le cuenta a Chakra sobre una oportunidad en Tailandia para hacer lo mismo, pero ganar un salario significativamente mejor.

Impresionable y harto de trabajar duro en los campos de arroz, Chakra se lanza al nuevo mundo, feliz de dejar su hogar y comenzar una nueva vida, solo para encontrarse vendido a un barco pesquero para trabajar como pescador.

Inicialmente se le dijo que sólo el primer mes de trabajo debe ser gratuito, pronto pasan los días y las semanas: su situación se desintegra rápidamente.

El sádico capitán del barco, Rom Ran (Thanawut Kasro), humilla a los compañeros de barco del chico de 14 años, aquéllos que no se queman por agotamiento ni intentan suicidarse, rutinariamente, los humilla, les aplica descargas eléctricas y los arroja por la borda.

Un inocente e indefenso Chakra solo puede ver cómo sus colegas en el arrastrero son apuñalados, ahogados y golpeados, mientras la promesa de mejores condiciones se evapora.

Centrándose en detalles y pequeños momentos, el thriller frecuentemente sin palabras conjura de manera profunda y empática la miseria de la experiencia de sus víctimas: la gratitud por comer un pequeño plato de arroz después de trabajar sin descanso; el alivio de bajar de la borda y meterse en el agua; los callos en las plantas de los trabajadores. Su enfoque agudo y naturalista desdibuja la línea entre el documental y la ficción.

Rathjen presta mucha atención a estos detalles, colocando a los espectadores en la condición atormentada del protagonista de la película. El escritor y director realizó entrevistas con muchos jóvenes sobrevivientes de la vida real de la trata de esclavos pesqueros.

Interpretada principalmente por un elenco de no profesionales en tailandés y jemer con subtítulos, el público se sumerge en un relato desgarrador.

A esto contribuye la penetrante cinematografía de Michael Latham (Island of the Hungry Ghosts, el largometraje de tipo documental Strange Colors), cuya experiencia en no ficción aporta intimidad y familiaridad a la difícil situación de Chakra.

El diseño de sonido atmosférico de Sam Petty (The Rover, Animal Kingdom) y la edición rítmica de Graeme Pereira capturan y mejoran los elementos claustrofóbicos de la película: los límites ineludibles del barco; la infinitud del océano y su situación; la constante repetición del ruido sordo del pescado del día; las olas que no cesan.

A medida que avanza hacia su final tenso y vertiginoso, la película, que ganó el Premio Panorama en el prestigioso Festival de Cine de Berlín de 2019, ofrece a los espectadores un breve rayo de esperanza a través del Chakra vital, objeto de una industria pesquera que genera en Tailandia un estimado de 6 mil millones de dólares al año.

Sin tapujos en su interpretación intensamente humana de los horrores del tráfico de personas, esta es una película emocionante que encuentra momentos fugaces de belleza, entre una insensatez infinita.


Más información: https://estotambienes.wordpress.com/2019/11/02/buoyancy-cuando-la-fuerza-llega-del-propio-captor/