Título en España: Sin destino
Título original: Sorstalanság
Año: 2005
Duración: 140 min.
País: Hungría-Alemania-Reino Unido-Israel-Francia
Dirección: Lajos Koltai
Guión: Imre Kertész basado en su novela homónima
Fotografía: Gyula Pados
Música: Ennio Morricone
Dirección de producción: Tibor Lázár
Vestuario: Györgyi Szakács
Montaje: Hajnal Sellõ
Reparto: Marcell Nagy, Áron Dimény, András M. Kecskés, József Gyabronka, Endre Harkçanyi, Béla Dóra, Bálint Péntek, Dániel Szabó, Zsolt Dér, János Bán, Judit Schell, Ádam Rajhona, György Barkó, Daniel Craig
Sinopsis: Gyuri Köves es un adolescente judío húngaro de 14 años que, por un hecho casual, es llevado a Auschwitz. La historia relata las experiencias cotidianas de este joven, reflejando su estancia en los campos de concentración y su vida antes y después de la Segunda Guerra Mundial.

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Sin destino (Sorstalanság), película húngara del año 2005 del director Lajos Koltai que lleva a la pantalla la novela del Premio Nobel húngaro Imre Kertész (quien también es autor del guion). Historia autobiográfica sobre un niño judío de Budapest que, en 1944 y a los 14 años de edad, fue separado de su familia y enviado al campo de exterminio de Auschwitz II (Birkenau), de donde consiguió salir vivo fingiendo tener una mayor edad, para ir a parar al campo de concentración de Buchenwald.

Calificación: No recomendada para menores de 13 años.


(El siguiente texto ha sido extraído de http://decine21.com/peliculas/Sin-destino-10662)

El horror del genocidio nazi ha dado pie a grandes películas como La lista de Schindler El pianista, y en un estilo muy diferente, La vida es bellaMaus, el sorprendente cómic ganador del Pulitzer de Art Spiegelman. Estos títulos han dejado tan alto el listón, que retomar este asunto se antoja un reto difícil de acometer. Supera la prueba con nota el prestigioso director de fotografía húngaro Lajos Koltai (Conociendo a JuliaLa leyenda del pianista en el océano), habitual de los films de István Szabó, que en su debut como cineasta adapta la novela homónima y prácticamente autobiográfica de su compatriota Imre Kertész, deportado a Auschwitz en 1944 y galardonado con el premio Nobel de Literatura en 2002. El propio Kertész se ha encargado de escribir el guión.

La novedad con respecto a aproximaciones anteriores al Holocausto es que se aborda desde el punto de vista de Gyuri Köves, un adolescente de catorce años de Budapest, que se ve obligado a madurar de golpe cuando su padre le anuncia que debe abandonar el hogar porque los nazis le trasladan a un ‘campo de trabajo’. Tras la dura separación familiar, que los personajes ven de forma esperanzada a pesar de todo, Gyuri es apresado un día en plena calle por los nazis con otros judíos e introducido en un tren que le traslada a un campo de concentración.

Como era de esperar, a Koltai le interesa mucho la parte visual. Ha colocado como directora de fotografía a otra húngara, Gyula Pados, que ofrece una estética pictórica de gran belleza. A pesar de que nunca lo había hecho, Koltai dirige muy bien a actores tan solventes como Marcell Nagy, el joven protagonista y Daniel Craig –en un rol bastante secundario como sargento estadounidense–, que rodó esta película antes de ser elegido como nuevo James Bond.

Koltai acierta al prescindir de secuencias explícitas de violencia. Las ejecuciones masivas en la cámara de gas con las que Spielberg  ponía los pelos como escarpias a los espectadores están presentes en esta ocasión fuera de campo. El film muestra una sucesión de escenas cotidianas, que suelen acabar con un fundido en negro y describen la rutina degradante y terrorífica de los personajes.

La ópera prima de Koltai muestra con hondura el valor de la autoconfianza para sobrevivir a situaciones extremas. Las valiosas lecciones de un altruista compañero en una de las secuencias clave hacen que el protagonista se conciencie de la necesidad de mantener la dignidad y sobre todo voluntad y razones para vivir, si es que realmente desea salir adelante. El film no oculta la parte más oscura del ser humano en secuencias tan escalofriantes como la del guardia húngaro que se acerca al tren de los deportados para sacar tajada. Se aprecia además cierto desencanto en el epílogo –una de las partes más novedosas–, y que habla, ya superado el conflicto, de la insolidaridad de la sociedad húngara y del bloque soviético. Pero a pesar de todo, el film es un emotivo canto a la esperanza.